No creo que sea un perro
La aceleración repentina de Michael me sacudió, alejándome de la línea de pensamiento que llevaba, y decidí preguntar directamente: —Michael... ?crees que el agresor tenga perros?— Michael no respondió los primeros seis segundos; parecía que estaba tomándose muy en serio mi pregunta, lo que me puso más tenso. Pero él solo dijo: —Si corre hacia ti, no corras y concéntrate en disparar—.
Eso me dejó claro que él lo consideraba una posibilidad muy real, pero acepté un consejo útil. Después de todo, no hay manera de que un humano corra más rápido que un perro.
Una vez en la casa de la madre, bajamos del auto al mismo , pero había algo en el aire, una clase de tensión difícil de describir que me transmitía una sensación de malestar, como algo pesado. Miré a mis compa?eros que llegaron primero, pero antes de que pudiera preguntar, Michael habló: —Lenny, ?qué tenemos?— Una mirada rápida a la puerta me dijo suficiente, mientras que Lenny dijo lo obvio: —Ataque de animal, tres muertos: una pareja y un vecino. El pobre desgraciado solo llegó a la puerta de la casa y le mordieron el cuello por la espalda. La pareja no tuvo mejor suerte; algo les comió el vientre a los dos... se parece a un ataque de oso—.
Michael lo interrumpió: —?Oso? Lenny, estamos a cuatro horas del bosque más cercano. ?Cómo un oso pasó por la ciudad sin ningún reporte?— Lenny se encogió de hombros antes de responder: —Te digo lo que veo—. Michael resopló antes de entrar a la casa, conmigo siguiéndolo de cerca. Al entrar, no pude evitar decir: —No creo que sea un oso—. Michael me dedicó una mirada severa antes de continuar por la casa. La visión me revolvió el estómago cuando vi el primer cadáver en el suelo, cerca del pasillo de la entrada. La cabeza del desgraciado solo se mantenía unida a su cuerpo por una peque?a porción de hueso. Sea lo que sea que lo mordió, definitivamente era grande como un oso. El pobre, por lo menos, parece que murió rápido. El gran charco de sangre probó que murió donde fue atacado y no avanzó más de tres pasos antes de morir. Pero las huellas que pasaban por el cadáver dejando marcas de sangre... —Michael, esas no son huellas de oso—. Si bien eran del tama?o apropiado, la forma no era la correcta. Diría que era parecido a la de un león, pero solo tenía cuatro dedos. Se asemejaba más a algo que tendría un lobo o un perro, pero el tama?o era lo inquietante. De repente, mi revólver no se sentía tan fiable como la escopeta que cargaba Michael. Tal vez no es demasiado tarde para regresar a la estación por un cambio de arma. Después de todo, Michael no se enojaría conmigo por querer más potencia si nos enfrentamos contra algo tan pesado como un oso, ?verdad?
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Mientras me aclaraba la garganta para sonar más seguro de mi petición, me giré para ver a Michael y entonces lo vi: dos peque?as esferas color ámbar fuera de la ventana, como dos peque?as luces que solo flotaban balanceándose de manera que parecía que una estaba fija a la otra. Era algo muy bonito, como dos estrellas bailando en el reflejo de un lago. De alguna manera, se sentía mal... De repente, sentí cómo Michael me sacudió el hombro. Cuando lo miré, me miró a partes iguales con preocupación y enojo antes de decir: —Novato, ?me estás escuchando?— Sacado de golpe de mi estado desconcertado, intenté mentir y afirmar que estaba escuchando, pero no salió nada de mi boca; la sentía muy seca. Mi piel se sentía sensible y noté que cada pelo de mi cuerpo estaba erizado. Ahí es cuando me golpeó una sensación de malestar horrible, algo que me gritaba que corriera o que me escondiera. El estómago se sentía nauseabundo y sudor frío me recorría la frente. Me tomó unos segundos juntar saliva antes de mirar de nuevo a Michael: —Michael... por la ventana, hay algo...— Michael volteó, pero no estaba; los dos peque?os puntos color ámbar habían desaparecido. Michael me dedicó una mirada ligeramente preocupada antes de darme una palmada en el hombro y, con una voz desconcertantemente paternal, me dijo: —Nunca es fácil tu primera escena de crimen... pero así son las cosas. Nosotros nos encargamos de que no se repitan... Si necesitas un momento, ve a la estación. Yo me haré cargo con Larry—. Mis ojos se abrieron y la sensación de malestar desapareció... Michael no estaba siendo un idiota... Y de repente sentí enojo. No me sentía perturbado por los cadáveres; yo estaba mal por lo de la ventana... ?Espera, eso no es peor? De cualquier manera, no iba a ser el novato que se quiebra en su primera escena del crimen en su primer día o noche. —Miguel... yo puedo con esto. Solo creo que debemos volver a la estación... Sea lo que sea que dejó a las víctimas en este estado, no creo que caiga por lo que cargo de armamento—. Michael me dedicó una mirada sorprendida y luego asintió en aprobación mientras se dirigía a Larry: —Larry, vamos por los perros. Lo que sea que hizo esto no fue limpio y cargará con hedor a sangre. Te encargamos el lugar—. Larry solo asintió antes de que Michael volviera a la patrulla. Yo tardé un segundo en percatarme de que esa era la se?al para irnos. No perdí el tiempo y, con unas seis zancadas torpes, salté al auto junto a Michael y nos dirigimos a la estación.