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Mi realidad, Mi compasión

  [Si no me conoces, no tienes por qué inquietarte ni frustrarte por saber quién soy; simplemente existe y vivo en este momento como un ser pensante que alberga deseos arrogantes y egoístas. Soy alguien que se mueve según las circunstancias que lo rodean y adapta lo que hacen quienes están a mi alrededor. Sin embargo, siempre me pregunto si existe alguien que no se ajuste, sino que mantenga intacta su esencia y modo de ser. Cada vez que me pregunta eso, la respuesta llega de inmediato: es mi hermana Nariel, a quien podría comparar con una fuerza de la naturaleza, capaz de persistir y actuar según su voluntad, sin considerar el entorno. Esto es lo que me fascina de ella, pero al mismo tiempo me aterra. Ahora tengo otra pregunta: ?tuvo sentido lo que acabo de expresar? No, realmente no lo tuvo. Aunque tal vez puedas entender este pensamiento absurdo en algún futuro, ya sea dentro de una semana, un mes, un a?o o incluso diez a?os.]

  En este momento siento la hierba sobre mis brazos y mi cuello mientras contempla cómo las nubes se mueven con tal lentitud y sutileza que muchos no lo perciben, pero yo lo valoro. Al observar su avance, empiezo a sentir una calma que, poco a poco, me lleva al sue?o. No me importaría quedarme aquí una semana durmiendo. Siento cómo mis ojos empiezan a cerrarse y creo que pronto me daré un sue?o aquí mismo.

  De repente, un dolor punzante se manifiesta en el lado derecho de mi torso, obligándome a abrir los ojos y ver a mi querida hermana, con cabello negro (aunque, a mi modo de ver, demasiado corto). Me resulta mirar imposible a sus ojos violetas, ya que refleja mi propio rostro, lo cual encuentro un tanto molesto. Además, sorprendentemente, lleva un vestido azul, lo que me lleva a suponer que quería venir bien arreglada para verme... o mejor dicho, para interrogarme a golpes.

  —Hola, Nariel, ?cómo andas? —digo mientras sonrío lo suficiente para que Nariel no termine dándome una patada con más fuerza.

  —Bien. ?Cómo te fue en el examen? —inquiere Nariel, mirándome con unos ojos que solo me hacen imaginar lo peor.

  —Nariel... ?Estás sorda o qué? Te pregunté cómo andabas, no cómo estabas —replico mientras me preparaba para lo peor.

  Nariel aprieta sus pu?os con fuerza y, en el instante siguiente, me propina una patada que, además de quitarme el aire y provocar un dolor inmenso, me lanza de tal manera que termino estrellándome contra un árbol, dejando un gran boquete con la fuerza del impacto. No puedo dejar de toser sangre; Es muy probable que me haya roto algunas costillas. Sin embargo, lo que más me preocupa es que si mancho la ropa, mi hermana seguramente me dará otra patada.

  —Estás loca. ?Sabes cuánto tiempo me tomará recuperarme? —grito con una falsa ira para ocultar cierta tranquilidad, ya que mi hermana parece estar más serena de lo habitual. Supongo que ella ha concluido con su parte del plan.

  Mi hermana suspira mientras pasa su mano por el rostro y vuelve a preguntarme:

  — ?Cómo te fue en el examen?

  —Conseguí la beca universitaria —respondo mientras dejo de toser sangre y mi cuerpo se siente estable otra vez.

  —Perfecto —exclama mi hermana mientras se acerca a mí con las manos en las caderas—. A partir de aquí todo será un poco más sencillo, ?no lo crees?

  —Tal vez, aunque recuerda que nada está escrito y pueden suceder muchas cosas. Lo más favorable es mantenernos al margen.

  —Sí, ya lo sé.

  —Ahora solo falta una cosa sencilla.

  —?Cuál?

  —Ir a almorzar.

  Mi hermana me mira con un aire más calmado, aunque parece que aún desea golpearme otra vez. Se nota que tiene eso guardado para más tarde. Ahora que tengo hambre, podría aprovechar y dirigirme a ese lujoso restaurante de mariscos para celebrar este momento. Partimos junto a mi hermana, que aparentemente está un poco nerviosa. Creo que está impaciente por lo que sucederá en el futuro.

  A la distancia logro observar un hermoso restaurante, aunque demasiado glamuroso y extravagante. Tiene ese molesto dise?o tradicional que los hipócritas aman. Ya desde la entrada se nota que las sillas están hechas de plástico barato. Bueno, qué importa, vamos a entrar. Mi hermana y yo entramos al restaurante sin mucho problema, aunque el recepcionista nos ve con unos ojos asquerosos que me dan ganas de arrancarlos. Aun así, sé que no tendré que hacerlo por mi cuenta.

  Mi hermana y yo nos sentamos en unas mesas y esperamos que llegue el mesero. Decidido hablar:

  —Ojalá nos atiendan rápido. Quiero comer.

  —Vorgath, ?qué tienes planeado? —me cuestiona mi hermana mientras frunce levemente el ce?o y me mira fijamente con sus ojos, que expresan una mezcla entre curiosidad y enfado.

  —Nada en especial —contesto mientras observa cómo una camarera se acerca a nosotros desde la distancia.

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  La camarera, al acercarse, muestra unas bellas ojeras que reflejan su desánimo. Parece estar sufriendo; Solo espero que su miseria pueda acabar este día.

  —Buenas tardes —saluda la camarera—. ?Qué deseas comer hoy?

  —Yo quiero unos camarones —contesto con ánimo.

  —Y yo quiero sushi —exclama mi hermana mientras mira de reojo a la camarera.

  La camarera asiente y se retira. Supongo que, considerando el tiempo que ha tardado en tomar la orden y el tiempo que hemos estado aquí esperando, no lograré almorzar. Por suerte, a quien esperamos llegará en un aproximado de 15 segundos.

  Empiezo a mirar por la ventana. El espectáculo es casi teatral: un desfile de camionetas negras con vidrios polarizados rodea el restaurante, como si estuvieran a punto de inaugurar una escena de crimen en una película de acción de bajo presupuesto. Luego, la entrada triunfal. Dos figuras femeninas irrumpen en el lugar con la seguridad de quien cree que la vida es un escenario montado solo para ellas.

  La primera, toda una obra de arte en rojo: pelo rojo, vestido rojo. Su única misión en la vida parece ser la personificación de un semáforo en constante aviso de peligro. Sus ojos amarillos chisporrotean alegría, esa clase de felicidad que se siente demasiado perfecta, demasiado artificial, como si en cualquier momento pudiera quebrarse en pedazos.

  La segunda, en cambio, parece haber sido sacada de un cuadro melancólico. Desgarbada, con un cabello amarillo deslucido y unos ojos negros que tienen menos vida que un maniquí en una vitrina. Su mirada, perdida en algún rincón de su mente, evoca la sensación de alguien que ha decidido que todo es un desperdicio y que el mundo no vale la pena.

  Ambas se sientan en el centro del restaurante, intentando llamar la atención de todo el lugar. Pronto, quien se llevará toda esa atención entra por la puerta.

  —Vorgath, ?podemos irnos? —susurra mi hermana, que al girarme veo respirando más agitada, mientras todo su cuerpo tiembla.

  Yo solo puedo mostrar una mirada de compasión. Agarrando su hombro, le digo:

  —Tranquila, que pronto nos iremos de aquí.

  Es entonces que escucho mi sonido favorito: el de una camioneta amarilla aplastando los escandalosos autos negros. Al escuchar esta sinfonía, sonrío con satisfacción. Al voltearme, veo cómo la misma camioneta destroza la despampanante puerta de este restaurante de cuarta. Pero antes de atropellar a las dos jóvenes, la camioneta es detenida por un guardaespaldas que parece un caballo con esteroides.

  El conductor, sin embargo, sale volando del asiento del vehículo, atravesando el cristal. Con un extra?o disfraz militar y en la cara llevaba una máscara de gas completa de cuero, a la vez que lleva en sus manos una lata de laca para el cabello y un mechero, que utiliza como lanzallamas en la cara del guardaespaldas. A los pocos minutos, el guardaespaldas, incinerado, cae muerto al suelo.

  Los demás guardias, al ver la situación, intentan rodear al conductor, pero este, en un movimiento sorprendente, se rocía gasolina a sí mismo y se prende fuego. Con una risa diabólica, se lanza contra los guardias. Los primeros tres intentan atraparlo, pero el conductor, rápido como un rayo, atraviesa sus tráqueas inundadas de humo y llamas. Los siguientes guardias intentan detenerlo juntos, pero al ser alcanzados por el depósito de gasolina que el conductor lanza a los aires, terminan incinerados. Mientras su cuerpo sigue quemándose, el conductor sube a la cima de la monta?a de cuerpos y avanza hacia las dos chicas.

  La rubia queda en estado de shock, mientras la chica de rojo, cuchillo en mano, intenta apu?alar al conductor. Este, sin embargo, le rompe la mano de un golpe, haciendo que su mano soltara el cuchillo para luego ser sostenida de las dos mu?ecas por el conductor y mientras iba carbonizando sus manos.

  Mientras tanto yo me encontraba viendo como Nariel trata de comerse un hielo y cada vez que trata de modelo le escupía era algo chistoso al principio, pero ya me aburrí así que voy a actuar, entonces con una de las cucharas que estaban en la mesa la recojo y delicadamente la lanzo a la pierna del conductor clavándose en ella, este mismo al arrodillarse por el dolor yo me lanzo y de un un rodillazo en la cara logro liberar a la ni?ata de sus manos al intentar continuar el conductor también se me abalanza con un movimiento rápido que de una sencillez que te dejaría boquiabierto me tomaría por mi cara y me estamparía contra el sucio suelo.

  El conductor acercaría ligeramente su rostro a mi oreja y me diría en el oído —?quieres que me rinda ya o continuamos?

  —solo un poco mas para hacerlo más creíble— diría mientras era aprisionado por la mano del conductor, pero a este le daría un golpe certero en el estomago lo que provocaría que se alejara algunos metros con un brinco mientras con una mano tocaba el morado que seguramente le acabo de provocar.

  Entonces me levantaría fingiendo algo de dolor y esfuerzo al hacerlo, estoy cociente que todos ahora mismo están viendo aterrados mi rostro desfigurado, pero es mejor regocijarse en el momento que soltar unas miseras lagrimas así que sin mas preámbulo me aviento hacia el conductor el cual intenta conectar un jab en mi quijada pero en un movimiento sutil y elegante pasaría de lado el golpe aprovechando la apertura que me dejo este imbécil le doy otro golpe, pero esta vez en el pecho.

  El pobre tipo caería al piso sintiendo como sus huesos acababan de ser rotos a lo que sonrió aunque sinceramente siento también los huesos de mis brazos agrietándose creo que no debí excederme con el uso de mi fuerza y mi adrenalina, pero que importa este es mi gran momento finalmente le susurro al pobre conductor —buena actuación.

  —no estoy actuando en serio me rompiste algo— refunfu?aba el conductor —ahora tengo que desaparecer verdad.

  —a no ser que quieres que te ejecuten— insinuaba mientras pongo mi pie encima de su cuerpo y mis manos las mando a mis bolsillos despreocupado.

  —Bueno hora de irse— exclamaría el conductor, mientras de su bolsillo salían unas bombas flash las cuales estallarían dejando a probablemente todos ciegos momentáneamente incluyéndome.

  Al recuperar la vista solo podría ver una espesa niebla blanca seguro que uso una de las bombas de humo que le regale lo cual me conmueve que halla usado mi regalo para este momento pero mi escenita terminaría en cuanto empecé a escuchar las sirenas de los bomberos y... !La policía?

  Carajo no supuse que la policía llegara al mismo tiempo que los bomberos ahora que podría hacer las bombas de humo dejaran de funcionar en un radio de tiempo de 14 a 20 segundos lo cual solo me inquieta mas es demasiado poco tiempo para que pueda escapar ?que hago?

  Mis dudas se desvanecerá al sentir como me toman del tobillo causando que me estrelle en el suelo y quede con una cara de inepto mas resaltable al ver de quien se trataba vería que era mi hermana que me estaba arrastrando por todo el restaurante al pasar el tiempo la niebla empezaba a desvanecerse lo cual se podría considerar un mal escenario, pero no para mi precisamente saco una caja de fósforos regada por el suelo y considerando que los aspersores ya se activaron por el conductor entonces no podrán evitar lo que voy a hacer.

  Al prender una cerrilla instantáneamente la niebla se prende en fuego causando una explosión que con todo el tiempo que le dio a mi hermana esta lograría encontrar la salida trasera del restaurante y sin mucha complicación de un salto lograría subir al techo de los edificios mientras mi hermana corre de la escena yo puedo apreciar como las ni?astas salen del restaurante aparentemente a salvo y no puedo mas quiero reírme, pero tengo que mantener la compostura si quiero cumplir mi objetivo.

  Espero que nos volvamos a ver viles ratas de la realeza a las cuales le jure y les jurare mi eterno e infernal odio, no puedo esperar más segundos para ser el parásito que entre en sus vidas y la devore por completo hasta que deseen el suicidio como opción de salvación.

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